jueves, 25 de marzo de 2010

Después del maquillaje

En cuanto terminaron de maquillarme nos dirigimos a los camerinos para vestirme y después ir al set donde ya estaba Ismael Rodríguez. En cuanto lo vi, corrí a sus brazos porque él era muy cariñoso conmigo y me había dicho que iba a ser mi padrino cinematográfico.

Estando con él le pregunté si me podía dejar jugar con los animales y acusé al  señor que los cuidaba que no quiso prestármelos. Debo decirles que cuando mi mamá leyó el guión de la película lo primero que le dijo a Ismael es que su hija “POR NINGÚN MOTIVO TOCARÍA NI UNA VÍBORA NI UNA TARÁNTULA”, que mandaran hacer unas réplicas para evitar que yo  jugará con los animales.

Y si los hicieron, pero se veían de lo más falsos, así que cuando Ismael escuchó que yo quería jugar con los ‘bichos’ inmediatamente me dijo que sí, que él me iba a dejar que jugara con la tarántula, que se llamaba Epifania y con Chabela que era una culebra. En ese momento yo le pregunté: ¿No hacen nada? ¿No son malas?  Y me dijo, No estas no, las tarántulas güeras son las malas, estas negras no hacen nada.

Yo para más seguridad le pregunté a mi mamá si era cierto lo que decía Ismael y mi madre pensando que no debía desautorizar al director de la película para que yo le hiciera caso y siguiera sus indicaciones, y estando segura de que ya les había advertido que no permitiría que yo tocará a los animales, me contestó: ‘Lo que te diga Ismael es cierto hijita, tú hazle caso en lo que te diga, él no dice mentiras.

Entonces Ismael Rodríguez les pidió a unos ayudantes que se llevaran a mi mamá al restaurante de los estudios para hablar de futuros proyectos cinematográficos para su hija. Mientras tanto, aprovechó para filmar algunas escenas conmigo sin la presencia de mi mamá.

lunes, 22 de marzo de 2010

Aqui estoy, Otra Vez

Aquí estoy otra vez. Por motivos de salud y porque salí de viaje no había escrito.
Agradezco a quienes enviaron mensajes a mi correo y a quienes dejaron una nota en este blog, como lo hizo Esther, preguntando cuando escribiría de nuevo.
Espero a partir de hoy poder hacerlo con regularidad. Gracias nuevamente por su interés.


Ya les conté como fui elegida para participar en la cinta “Los Tres Huastecos”.

Hoy les narraré como fue mi primer día en los estudios de cine Tepeyac y algunas otras remembranzas de la filmación.

Recuerdo haber llegado muy temprano con mi mamá a los estudios y fuimos directamente al set donde ya estaban trabajando los técnicos de iluminación y de escenografía realizando el interior de una iglesia.
Mi mamá preguntó por Ismael Rodríguez y le dijeron que aún no llegaba.

Mientras  mamá preguntaba por alguien más de la producción yo me acerqué a un señor que cuidaba una víbora y una tarántula que me llamaron la atención.
 Le pregunté si me dejaba jugar con ellas, pero el hombre me dijo que hasta que llegara el director, Ismael Rodríguez, no podía dejar que nadie las tocara. Yo le hacía preguntas sin parar: ¿Qué comen? ¿Dónde se duermen? ¿Cómo se llaman? ¿Muerden? ¿Por qué no están juntas? ¿Se pelean?, pues estaban separadas cada una en una especie de pecera rectangular.

Cuando el señor que las cuidaba estaba respondiendo a mis preguntas, me llamó mi mamá y salimos del set para dirigirnos al área de maquillaje. Me subieron en una silla muy alta a la que le habían puesto un banquito para que me sentara, me pusieron unos papeles alrededor del cuello y empezaron a pasar por mi cara una esponja húmeda con maquillaje. Yo no me estaba quieta y le preguntaba a la maquillista: ¿Qué es esto? ¿Para qué me pones eso? ¿Y por qué esto? ¿Y por qué lo otro?

Ella primero se reía, después iba contestando a mis preguntas diciéndome que tenían que maquillarme porque las luces de los estudios de cine eran muy fuertes y si no me maquillaban me vería muy pálida, ¿Y por qué me vas a pintar las cejas? ¿Eso para qué es? Hasta que me dijo que tenía que estar callada porque si no lo hacía el maquillaje iba a quedar horrible y yo iba a parecer una bruja.

Esa advertencia le dio resultado pues permanecí en silencio... pero solo por un momento pues en cuanto tomó una brocha para ponerme polvo volví a preguntar: ‘¿Y por qué me barres la cara con esa escobita?’ le dije. “Porque tienes que tener la cara bien barrida para que salgas bien en la película”, me contestó.

Y a partir de ese día, siempre llegaba corriendo a maquillaje y le decía ya vine para que me barras mi cara.